
Credo de un Fotógrafo
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Querido Diario:
Creo en la vida como documento de mis ojos, en la luz, en las sombras y en la temperatura con la cual aprendimos el mundo, desde la mirada de un niño al reflejo irremediable de un anciano.
Creo en los colores y en la profundidad de sus mensajes, el blanco y negro que dibujan las líneas, que como ríos buscan el océano de la belleza humana.
Creo en la fotografía como el elemento más contundente y el protagonista mejor evolucionado de la historia universal, en el registro de las sonrisas, las lágrimas a secas y el desafío constante a la muerte, desde su motivación: la resurrección de todas las cosas.
Creo en el brillo del sol recién nacido y apunto de esconderse, como una pintura entre mis manos, encerrada en una caja.
Creo ciegamente en el legado de Niépce, como el elemento que ha borrado la oscuridad de los tiempos.
Creo y entrego en la perfecta quietud, pegada en un trozo de papel a través de los años, de los siglos y posiblemente a todo lo que vendrá, a todo, mis bendiciones y las de los demás.
Creo en la fotografía como la ciencia madre de todo lo que representa una chispa de luz y por la cual estoy seguro, que en un pixel hay más historia que en cualquier libro que se haya podido escribir.
Creo en esta profesión salvadora de personas y familias, de obras de arte y sobre todo de la creación y recreación artística, llena de fe y esperanza hacia uno mismo, con la autoridad de dirigir todos los cuentos modernos hechos con verdadero amor.
Creo y descanso en la fotografía, más allá del sol sobre el nitrato de plata, los carretes, los millones de pixeles y el lado en que posa nuestra luna, siempre espiritual.
Creo y confío en mi cámara, nuestra máquina del tiempo y su producto llamado “Eternidad”.
Gery Miltos