
Yo soy, entre comillas La Sardina
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Querido Diario:
No me considero un buen fotógrafo, ni héroe de la fotografía espontánea, no me considero el ángel negro de los reportajes de bodas, ni la media naranja de todas las emociones que vivo y revivo gracias a la bendita maldición de mi profesión, tengo un tremendo déficit de conocimientos técnicos, defectos intelectuales de fábrica y soy una campaña electoral de Barchini aprendiendo de los demás, tengo el karma de ser hijo de fotógrafo y la conciencia sucia de una familia que creía tenerlo todo.
No me considero exitoso por la inacabable suerte de principiante que tengo ni siento que he fracasado lo suficiente aún con tantas faltas cometidas, trato de llevar con paciencia, franqueza, delicadeza y sobre todo cordura esta pesada mochila del destino, haciendo y buscando la fotografía que refleje mi vida, no me considero lo que me consideran y menos aun lo que no me consideran, vivo hasta el momento este sueño como si fuera a acabarse en cualquier momento.
Es quizás la mejor de mis malas costumbres esto de manejar con las manos libres y de entender la fotografía no como una emoción en silencio sino como un grito de libertad.
Estoy y me siento cercano a los 40 y ya no juego a disparar y no fallar, finalmente aprendí que errar a veces es humano y comprendí que en definitiva los gestos de amor y la fotografía son perfumes y vicios de Dios, respectivamente.
He intentado interpretar la fotografía a mi manera, siempre buscando contar historias que llevo dentro y que por momentos descifran las cosas que me pasan, no tengo idea si ese veneno funciona pero si soy consciente de que es un compromiso más allá de las razones que me mueven por el mundo, es así que vivo las bodas de una manera tal que forman parte de mis anhelos y ansiedades.
He tratado (sin quererlo) este último año de seguir mis sueños de acuerdo a como crecían y hasta ahora no puedo creer que estos sean partes iniciales de esta realidad, y si, a mí me pasa esto, yo que evito y escapo todo el tiempo de la perfección y que tanto me asustan esos adictivos intentos del ego anti-personal y los tronos vacíos del photoshop, a mí que he escapado de las luces para mostrar el mundo al natural, el mismo que me acogió como fotógrafo de bodas, a mí que he roto todas las promesas posibles de mi infancia para aferrarme hoy a una cámara y contar historias que si bien no se olvidan pronto se irán.
Entonces vivir así es una lección de vida constante para los que me rodean y para esa parte de mí que vive entre la guerra, el amor y sus fábulas sin cuentos, entre la distancia y el abrazo, entre lo que vendrá para ustedes y para lo que me tocará del mismísimo universo.
Yo soy, entre comillas La Sardina, y ustedes, este mi nuevo tiempo.
Gery.
Gery.